Disciplina positiva
¿Cómo explicamos el Covid19 (Coronavirus) a los niños?
Los medios de comunicación y la alarma social a veces precipitan el trabajo de familias y educadores obligándonos a explicar cosas de las que nunca creíamos que necesitaríamos tener que hablar con los más pequeños. No es el fin del mundo: solo hay que tener muy claras las prioridades.
«¿El coronavirus es un bicho pequeñito con corona?»
Desde hace unas semanas parece que no se habla de otra cosa que no sea el COVID-19 (“el coronavirus”): en los medios, en las calles, en las familias, en los centros educativos y hasta en las aulas de educación infantil. No parece el tema más adecuado para hablar en la asamblea de infantil, pero a veces los niños y niñas son quienes lo proponen porque están nerviosos por la expectación que notan a su alrededor y necesitan expresarse. ¿Cómo podemos afrontar esta situación desde un punto de vista educativo? Si ya conoces nuestras propuestas de educación en derechos de infancia, quizás ya imagines cómo: enfocando el tema de manera que protejamos los derechos de los niños y niñas de los que somos responsables. En este caso, especialmente sus derechos a la protección y a la salud.
Proteger sus emociones
Los niños y niñas muy pequeños aún no han adquirido la madurez suficiente para poder entender algunos aspectos biológicos, sociales y económicos de las enfermedades. Habitualmente, cuando hablamos con ellos sobre los problemas de salud empleamos eufemismos como llamar a virus y bacterias “bichitos invisibles”, referirnos a la enfermedad como “pupa” o decir que la gente enferma “está malita”. Estas imprecisiones no contribuyen a su formación científica (para la que aún habrá tiempo) pero contribuyen a otro aspecto muy importante de la educación en esta etapa: proteger su bienestar emocional.
La prioridad en esta etapa debe ser, precisamente, proteger a niños y niñas de toda aquella información que aún no pueden procesar y que les puede llevar a desarrollar ansiedad y miedos debido a la incertidumbre. En este sentido conviene:
- Evitar que vean o escuchen noticias y reportajes con un enfoque sensacionalista o morboso de la situación.
- Evitar que se expongan mucho tiempo a noticias sobre el problema, aunque el tratamiento sea adecuado: el tiempo que dedicamos a un tema también puede transmitir inquietud, aunque el tono no sea alarmista.
- Evitar involucrarlos en conversaciones de adultos sobre la situación, especialmente si son acaloradas o incluyen bromas y dobles sentidos: aunque no estemos hablando con ellos, saben de lo que hablamos y sacan sus propias conclusiones.
- Dedicar tiempo a resolver sus dudas e inquietudes, en un lenguaje adaptado a su capacidad de comprensión, pero no engañoso. Si sientes que te faltan recursos para transmitir información, puedes recurrir a algunos de los cuentos que se editan cada año sobre salud y enfermedades, ya que permiten a los niños y niñas procesar el impacto emocional a través de la imaginación. En tu biblioteca o librería más cercana podrán recomendarte algunos títulos interesantes.
Proteger su salud
En este momento del desarrollo es también muy importante sentar las bases de las competencias de autoprotección que les permitirán ser responsables sobre su salud y la de otras personas a lo largo de su vida. No es necesario un tratamiento exhaustivo de las causas y efectos de las enfermedades para empezar a incidir educativamente en conductas de protección que sí están al alcance de niños y niñas desde edades muy tempranas y que además les permiten desarrollar su sentido de autoeficacia y su seguridad en sí mismos:
- El lavado de manos con agua y jabón: no sólo aprender a lavarse bien las manos, sino adquirir el hábito y ser capaces de demandar y promover esta necesidad en diferentes contextos (por ejemplo: recordárselo a otros niños, acordarse en un restaurante…)
- Reconocer las circunstancias cotidianas en las que estamos en contacto con suciedad y ser capaces de tomar precauciones. Por ejemplo: manejo de tierra, contacto con animales domésticos, precauciones frente a basura y heces…
- Aprender e interiorizar aquellas medidas higiénicas que protegen a los demás, por ejemplo: el uso de pañuelos y servilletas, aprender a sonarse y a limpiarse, evitar compartir cubiertos y vasos…
- Adquirir respeto por el entorno: pequeñas contribuciones a la higiene doméstica y escolar, adquirir el hábito de tirar los desechos a la basura, conocer la importancia de la limpieza del entorno, de la ropa, de la vajilla…
Prevenir la violencia
A esta edad aún no tenemos la capacidad de reflexión necesaria para hacer un análisis crítico de las informaciones erróneas, malintencionadas o prejuiciosas. No podemos evitar que los niños y niñas entren en contacto con determinadas opiniones, pero tenemos que prestar especial atención porque incluso lo que un niño o niña un poco más mayor podría entender como un chiste puede ser tomado literalmente por los más pequeños.
En este sentido es muy importante dedicar un tiempo extra a detectar los malentendidos que pueden estar afectando a su percepción de salud y la enfermedad porque pueden sentar las bases de estereotipos y prejuicios duraderos. Por ejemplo:
– “Mi vecino chino es un coronavirus”.
– “Si tu abuela tose se va a morir”.
– “Hay que alejarse de los viejos”.
– “Los pobres contagian enfermedades”.
A veces, por más que nos esforcemos en tratar adecuadamente y con sensibilidad estos temas en el aula o en familia, no podemos evitar que las conversaciones entre niños y niñas se conviertan en un “teléfono escacharrado”. A pesar de que es comprensible y que, en edades muy tempranas no hay realmente malicia en los comentarios, es muy necesario reconducir las percepciones erróneas que puedan estarse formando sobre determinadas personas o colectivos, para evitar que, con el tiempo, se conviertan en algo más grave.
Recuerda: el ejemplo vale más que las palabras
A cualquier edad, pero muy especialmente con los más pequeños, de poco vale enseñar a lavarse las manos si no nos ven a nosotros hacerlo a menudo. Tampoco tendrá mucho efecto lo que les digamos sobre estar tranquilos si perciben nuestro nerviosismo o que les regañemos por llamar «coronavirus» a alguien si luego nos oyen a nosotros hacer chistes que no saben interpretar. En una etapa del desarrollo en la que las habilidades lingüísticas aún no están plenamente desarrolladas gran parte del aprendizaje se realiza por imitación y tiene un alto componente emocional. La educación de los más pequeños es un esfuerzo que nos puede obligar a emplear todos los sentidos.
Resumen de competencias para esta etapa educativa
Todas las recomendaciones anteriores se refieren a niños y niñas de Educación Infantil (hasta los 6 años, aproximadamente, dependiendo del grado de madurez). En otras edades deberemos tener otros enfoques más adecuados a su nivel de competencia y que les permitan aprender y desarrollarse acorde a su edad.
Aprendizajes sobre prevención de enfermedades en Educación Infantil
GRACIAS UNICEF
Aquí enlace a un Cuento
Querido Papá Noel…
Charlas de Disciplina Positiva
Un año más FAPAR cuenta conmigo como Educadora certificada en Disciplina Positiva Familias y Aula por Positive Discipline Association para dar a conocer los principios de La Disciplina Positiva un modelo educativo respetuoso, firme, cariñoso y alentador. Todo cambia y la educación también tiene que cambiar. Necesitamos un nuevo modelo educativo a largo plazo y Disciplina Positiva lo es. No podemos pretender educar con herramientas antiguas como el castigo, la amenaza, los sermones, las humillaciones, las comparaciones o los gritos que adiestran, atemorizan y fomentan la baja autoestima e inseguridad. Todo comportamiento tiene un propósito y si no conectamos con ese propósito, que no se ve, mal interpretamos las conductas, que es lo que se ve de los niños.
No hay que hacer sentir mal un niño para que haga lo que tenga que hacer.
Necesitamos educar con respeto, con cariño y firmeza. Con esta charla se pretende transmitir que es posible. Se reflexionará sobre el castigo y se compartirán las principales pautas para iniciarse en la Disciplina Positiva.
Cinco Criterios para la Disciplina Positiva:
- Ayuda a los niños a sentir una sensación de conexión (pertenencia y significado);
- Amable y firme al mismo tiempo (respetuosa y alentadora);
- Eficaz a largo plazo;
- Enseña habilidades sociales y de vida valiosas para un buen carácter (respeto, preocupación por los demás, resolución de problemas y cooperación);
- Invita a los niños a descubrir lo capaces que son (fomenta el uso constructivo del poder personal y la autonomía).
Con estos criterios, Disciplina Positiva pretende alentar y empoderar a niños y niñas y adultos. Ayudarles a desarrollar importantes habilidades sociales para la vida, que el método sea respetuoso y que sean eficaces a largo plazo, puesto que los premios y castigos actúan a corto plazo.
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Martes 19 noviembre , 15:45hs, en CP Espartidero
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Miércoles 27 noviembre, 16:30hs en CP Tío Jorge
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Martes 10 diciembre, 15:05 en CP Monsalud
- Martes 17 diciembre, 16:00 hs CP Parque Goya
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Miércoles 18 diciembre, 15:30hs, en EEI Santa María del PIlar
La disciplina positiva es la filosofía que ayuda a los adultos a entender la conducta inadecuada de los niños, promoviendo actitudes positivas hacia ellos y enseñándoles a tener buena conducta, responsabilidad y destrezas interpersonales vamos…lo que todos quieren para sus hijos pero que no siempre se sabe transmitir.
¿Es posible educar con cariño pero con firmeza a la vez? pues claro y en esto estamos! La disciplina positiva, es un método creado por la Dra. Jane Nelsen, Lynn Lott, Cheryl Erwin entre otros.
Ayuda a los adultos a conectar y entender la conducta inadecuada de los niños, promoviendo actitudes positivas hacia ellos y enseñándoles a tener buena conducta, responsabilidad y destrezas interpersonales.
“Padres y maestros no pueden seguir funcionando como jefes, deben adquirir la habilidad de ser líderes democráticos,” dijo Rudolf Dreikurs en Social Equality the Challenge of Today.
Este método de educación enseña a involucrarse en la educación de los niños (padres, maestros, personal de guarderías, entrenadores, cuidadores, personas que trabajan con jóvenes…) para ayudar a aprender esas habilidades sociales indispensables en la vida de una manera respetuosa y alentadora para los niños, y para nosotros mismos.
No se trata de ganar a los niños sino ganárnoslos.
Educar en el siglo XXI con métodos del siglo pasado tiene que acabar!!
Todo evoluciona y la educación también!
Artículo en el Heraldo de Aragón aquí
Los castigos: el método de siglos pasados aquí
Día del Maestro: la reflexión del educador como herramienta esencial en los tres primeros años de vida aquí
Los castigos: el método de siglos pasados.
Desde mi profesión como psicóloga y Certificada en Disciplina Positiva quiero compartir unos artículos que tienen muy revueltas las redes sociales este fin de semana..
Tratan el castigo. Es vital para la educación, la salud emocional y la inteligencia emocional de los niños que se conecte con una eduacción sin castigos. Una educación basada en el respeto, la firmeza y el cariño como es Disciplina Positiva. Poniendo límites sin amenazas, humillaciones, comparaciones…NO se busca hacer sentir mal al niño para que haga lo que tiene que hacer, o lo que los adultos quieren que haga.
Los castigos tienen que ser considerados como métodos ya caducados. Métodos muchas veces útiles a corto plazo, fáciles, que nacen desde la desconexión, el enfado y la frustración que alejan que se entrenen los valores y lo que se espera de los niños a medio y largo plazo.
Las necesidades actuales han cambiado y los niños necesitan adultos con nuevas herramientas educativas para entrenar conductas y no limitarse a extinguir la conducta.
Los castigos:
- Afecta a la autoestima de los niños, pudiendo producir en ocasiones estado de depresión y ansiedad.
- Afecta al desarrollo cerebral, ya que hay una mayor muerte neuronal por exceso de estrés.
- Les enseña a ser víctimas, y tendrá una actitud victimista y de queja ante la vida y en sus relaciones sociales. Buscará en un futuro ese papel, que es al que están acostumbrados a desarrollar.
- Les provoca ansiedad aumentando el cortisol en sangre y dificulta su aprendizaje y memoria.
- Aprenden a no razonar, excluyen el diálogo como forma de solucionar las cosas e imponen las cosas.
- Les hacen sentir solos tristes y abandonados. Con sentimeintos de que nos son queridos, que preferirían a otros hijos.
- Se dificulta la comunicación entre sus padres y educadores. Aumentando la distancia como medio deprotección.
- Sienten mucha rabia que saldrá con otros comportamientos en otros escenarios y personas.
- No saben gestionar sus emociones, y suelen ser bastantes desequilibrados emocionalmente.
- Engendra más violencia. Violencia llama a violencia.
Y no olvidemos a los padres que se sienten ansiosos y culpables tras el castigo…reaccionando después para compensar esos castigos lo que les desestabiliza a los niños aún más.
Esta semana tenemos las redes sociales que echan humo. En un blog muy conocido y que llega a muchas familias se ha escrito un post que defiende los castigos como método de enseñanza válido. En dicho artículo se defiende cómo se debe castigar a niños y adolescentes, para conseguir que haya mejor comportamiento por su parte.
Con honestidad y humildad os digo: si me llegáis a preguntar hace 6 años, os hubiese dicho que ese post estaba en lo cierto. Porque antes era eso lo que creía, lo que se estudiaba en las Universidades (intuyo que esto tampoco ha cambiado mucho) y lo que se utilizaba de manera generalizada. Era lo que nos marcaba nuestro “sentido común” de esa época.
Sin embargo ahora, con toda la información que tenemos sobre neurociencia, sobre los efectos de los castigos a largo plazo y sobre la Disciplina Positiva, es imposible compartir que los castigos son adecuados, necesarios y válidos. Lo siento, pero no.
Me podrás decir que tú castigas porque no sabes ya qué hacer.
Me podrás decir que se te acaban los recursos.
Me podrás decir que a veces has castigado y ha funcionado (en el corto plazo no lo pongo en duda).
Me podrás decir “pero tan mal no hemos salido” (y permíteme que a veces lo ponga en duda).
Pero no me digas que castigar es respetar a la infancia. Porque estamos en un punto en el que no se trata de opiniones, se trata de evidencias científicas.
En el post de hoy os traslado algunas razones por las que NO SE DEBE CASTIGAR, y posteriormente en otro post trataremos este tema desde el conocimiento del cerebro.
¿POR QUÉ NO CASTIGAR?
- A largo plazo, el castigo no enseña habilidades o competencias de vida. Es decir, el castigo no enseña a sentir empatía, saber relacionarse, tener sentido del humor, buscar soluciones a los problemas, etc. De hecho, cuando una persona es castigada, y más si esto sucede de manera recurrente, lo que aprende a largo plazo en realidad se resume en las “4 Rs” de Disciplina Positiva:
- Resentimiento. “Me están tratando de manera injusta.”
- Revancha. “Cuando tenga la oportunidad les devolveré el golpe.”
- Retraimiento. “La próxima vez lo haré sin que se den cuenta.”
- Rebeldía. “Haré lo que me dé la gana.”
- El castigo hace que te sientas PEOR. Jane Nelsen dice; “¿A quién se le ocurrió la maravillosa idea de pensar que para que un niño actúe mejor, primero se tiene que sentir peor?”. Si lo piensas bien, no tiene ningún sentido. En el post a favor de los castigos se dice que incluso los adultos somos castigados y el ejemplo que se explica es “cuando no quieres ir a comer donde tu suegra, y después de que tu marido te echa la bronca, acabas yendo”… Este ejemplo, se pone de EJEMPLO para entender cómo el castigo funciona… Yo te planteo:
- Si tu marido te echa la bronca, y a pesar de que finalmente decidas ir, ¿te hace eso sentirte BIEN?
- ¿Esa situación te acerca emocionalmente a tu pareja o te aleja?
- ¿Crees que esa situación construye la base de una relación respetuosa?
- ¿Qué te enseña a largo plazo? ¿Qué conclusiones sacas sobre cómo tienen que ser las relaciones de pareja o las relaciones entre hombres y mujeres?
- Sin CONEXIÓN no hay CORRECCIÓN. Relacionando este punto con el anterior se puede entender que no es posible educar desde la distancia emocional. Aquellos que tengan hijos e hijas adolescentes me entenderán muy bien. Si yo tengo una hija de 14 años con la que no tengo comunicación ni apenas relación, ¿cómo pretendo poder educar a mi hija? ¿Tendrá en cuenta mis opiniones y consejos o pasará de ellos? Esto es: para poder corregir y enseñar a los niños y niñas, necesitamos establecer cercanía, apoyo, cariño (amabilidad y firmeza)… Y esto desde los castigos no se consigue. De hecho, se consigue lo contrario: DISTANCIA EMOCIONAL.
- Los castigos “minan” el sentido de pertenencia. Los seres humanos somos seres sociales. Esto quiere decir que necesitamos a las demás personas para sobrevivir. Toda aquella persona que se aísle de otras personas, padecerá problemas de Salud Mental. Los niños y niñas, como toda la gente, también necesitan pertenecer. Necesitan sentir que son queridos y que contribuyen a la sociedad, a su familia, a su escuela… Aquellos que presentan comportamientos inadecuados socialmente (que pegan, dañan, roban, mienten…), ¿crees que sienten que pertenecen? ¿Dañarías tú a un entorno del que te sientes parte? Seguramente, NO. Por lo tanto, no hay que castigar; hay que educar para establecer un vínculo adecuado de pertenencia.
- El castigo es el ejemplo de las relaciones verticales. Una relación vertical es cuando de una persona está por encima de otra en lo que a respeto se refiere. Es decir, “yo soy más merecedor de respeto que tú”. Antiguamente se pensaba que esto era cierto. Pero la evolución hace que sea incomprensible. Es un pensamiento que está superándose en otros ámbitos, pero con la infancia se sigue defendiendo. Reflexiona sobre si estarías de acuerdo con estas ideas:
- Los hombres merecemos más respeto que las mujeres.
- Los jefes merecemos más respeto que los empleados.
- Los ricos merecemos más respeto que los pobres.
- Los acosadores merecemos más respeto que las víctimas.
- Los padres merecemos más respeto que los hijos.
Esto no quiere decir que los padres y madres no tengamos más responsabilidad y debamos educar a nuestros hijos e hijas. Quiere decir, simplemente, que cuando aplicamos un castigo hacemos uso de nuestro poder y superioridad en la relación. Trasladamos el mensaje “yo te castigo, porque puedo hacerlo, porque estoy por encima”. Ahora te animo a pensar si realmente ése es el mensaje que quieres trasladar a tus hijos/as. ¿En serio quieres que cuando se sientan por encima de otros compañeros/as, les castiguen? ¿Quieres que te castiguen a ti cuando se sientan por encima de ti?
En este punto, puedo entender que a veces castigues porque no conoces otros recursos. Eso no hace válida la herramienta.
Desde Disciplina Positiva se ofrecen muchas alternativas respetuosas: enfoque en soluciones, validar emociones, amabilidad y firmeza al mismo tiempo, actuar en tu metro cuadrado, permitir que existan las consecuencias naturales (las cuales son derivadas de la propia naturaleza “No quiero comer a Tengo hambre”), rutinas, entender lo que hay debajo del mal comportamiento, alentar, y un largo etcétera. No penséis que desde Disciplina Positiva no se ponen límites, porque SÍ SE PONEN. Y se ponen desde una manera respetuosa.
Pero por favor, si castigas, REVISA. Porque otra educación es posible.
Como decía Alfred Adler “Todo puede ser también diferente.”
El artículo desafortunado del revuelo propio del pasado siglo XX aquí
Como dijo Marisa Moya:
¿Y qué pasará en el futuro cuando los niños y niñas han sido castigados para modificar su conducta? ¿Qué habilidades socio emocionales aprende un chiquillo cuando su decisión se ve mediada por el miedo o la culpa que suscita un castigo? ¿De quién dependerá en el futuro su voluntad, su inciativa, su decisión? ¿De otros que controlen, que corrijan? ¿Dónde queda el lector de vida que es el adulto, dónde la comprensión, la orientación y la guía? ¿Dónde están las alternativas adecuadas para resolver problemas de manera efectiva y respetuosa? ¿Qué herramientas posee un niño pequeño para abordar la adversidad? Castigar ¿no es abandonar al niño a su suerte, no es ningunear su naturaleza, no es impedirle gimnasio de oportunidad para encontrarse comprendido y orientado? ¿Cómo podemos estar escribiendo en un medio público de largo alcance que está bien castigar a un niño pequeño? ¿Cómo piensas que se siente un joven castigado? ¿Qué se espera, que responda bien por miedo? ¿Te preguntaste dónde pone la atención el cerebro cuando se siente amenazado? ¿Qué le pasa a la atención selectiva, función superior cerebral imprescindible para resolver problemas pensando, cuando hay exceso de adrenalina? El cerebro no puede atender bien cuando está hiperalerta ¿Qué pasa con las sinapsis neuronales que engrosarán su amígdala? ¿Cuántas sinapsis dejarán de hacerse en los circuitos cerebrales de conciencia emocional, de revisión del problema, de valoración de consecuencias, de reparación de errores? Cuando se castiga el cerebro superior deja de estar operativo, está apagado o fuera de cobertura; se activa lo más primitivo de nuestro ser, se imita lo que se se recibe, agresividad. ¿Has pensado sobre los efectos del cortisol en el cerebro infantil? ¿Cuando has escrito has sopesado que muchas personas que te están leyendo no saben que los niños pequeños no poseen “frenos cerebrales”, que su calma depende de su calma? Y que lograr esos frenos depende de manera casi determinante de la organización mental del adulto cuidador ¿Has tenido en cuenta que un cerebro que encuentra de manera regular resistencia a la validación emocional puede acabar tapando sus propios sentimientos? ¿Qué impacto tendría en la vida afectiva del individuo? Cuando se castiga se invita a la resistencia, encubierta muchas veces de “obediencia”, expresada más tarde, más temprano, como rebeldía, como revancha, como retraimiento, como regresión ¡las únicas herramientas del cerebro reptiliano, ataque, defensa, huida o inhibición ¿Qué sucederá con su cerebro afirmativo, con la ventana de tolerancia? ¿Qué puede sentir un niño, qué puede pensar de un adulto que es su referente, cuando en vez de responder reacciona a la vida? ¿Cuál es el modelado? ¿Qué valores estamos legalizando, normalizando, cuando castigamos? ¿Qué denota en un adulto el uso del castigo? ¿Quién se encargará de mostrarle a ese niño que se equivoca que el error es oportunidad valiosa de aprendizaje, pensando? ¿Cómo podrá observar cómo se aplican las estrategias racionales para resolver problemas? ¿Cómo podrá descartar de su pensamiento que el educador tan solo es un techo bajo de crecimiento personal? Y tal vez… después de castigar a la infancia nos sorprendamos de que los jóvenes no “piensen”, ya tal vez no nos veamos parte, no nos sintamos responsables cuando “solucionan” problemas controlando, dominando a otros porque desafortunadamente no pudieron desarrollar destrezas de autocontrol ¿o es que aparecen dejado pasar la vida siendo castigados y premiados? Detener el comportamiento no es suficiente, no vale para ejercitar la capacitación y competencia necesaria para generar resiliencia, respeto, responsabilidad… Disfrutemos los procesos infantiles como lo que se son, un entrenamiento para la vida ¡No dejemos a la infancia sin entrenadores de respeto! La dignidad infantil debes ser preservada por el adulto. Un buen entrenador no es el que muestra falta de autorregulación, sino calma para poder tomar las mejores de las soluciones. Y es que la capacidad de autorregulación es la que nos depara no solo pertenecer al género humano sino estar humanizados. Niños fuertes por dentro!
Aquí comparto su intervención en Aprendemos Juntos El castigo no es educativo, es inseguridad adulta.
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Desde este espacio mando un abrazo a todos los compañeros que día a día desde la consulta, desde formaciones, o charlas que impartimos en coles, la difusión en redes sociales…trabajamos con apsión y cariño para acercar otra educación alentadora y respetuosa.
Y en especial a cada padre y madre que cada día hacen lo posible y lo imposible para conectar con sus hijos y relacionarse con ellos de un modo muy distinto a la antigua educación.
Yolanda Cuevas
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